Desarrollo Afectivo primera infancia de 0 a 2 años

 

Los primeros años de vida son esenciales para el desarrollo vital de una persona, ya que en esta etapa la genética y las experiencias con el entorno perfilan la arquitectura del cerebro y diseñan el comportamiento humano.



Durante los tres primeros meses de vida, el desarrollo afectivo del bebé está en plena evolución, aunque sus demostraciones de afecto no sean evidentes. Necesita protección y cuidados y lo único que los padres pueden esperar del bebé es la expresión de su propio placer: el sosiego, la calma, y consecuentemente el sueño relajado, y su apetito por la lactancia materna.

Todos los especialistas coinciden en que los intercambios afectivos del bebé con su madre son fundamentales para su buen desarrollo. El bebe se rige, desde el momento de su nacimiento, por el principio del placer.

Durante los tres primeros meses de vida, al recibir el pecho o el biberón, el bebé estudia al detalle el rostro de su madre, sigue sus movimientos y analiza sus expresiones. El calor, el olor y el tacto, así como el tono de la voz de su madre proporcionan al bebé placer y bienestar.


En esta etapa, la madre puede establecer y fortalecer los lazos afectivos con su bebé, mientras le da de mamar


A partir del cuarto mes de vida, será la sonrisa la reacción que los bebés tendrán a la imagen del rostro materno o de otra persona, también a los sonidos, al tacto, y empezarán a responder a las alteraciones de su entorno.

Los bebés empiezan a relacionarse más estrechamente con la persona que más lo cuida, y puede manifestar temor a las personas extrañas y actuar con más cuidado frente a nuevas situaciones.



Bibliografía 

S. Hernández, F. Mulas, L. Mattos. “Plasticidad neuronal funcional”. Rev Neurol, 2004; 38: 58-68. 2.

 M. A. Izquierdo, D. L. Oliver, M.S. Malmierca. “Mecanismos de plasticidad (funcional y dependiente de actividad) en el cerebro auditivo adulto y en desarrollo”. Rev Neurol, 2009; 48: 421-429. 3.

 Hengyi Rao et al. “Early parental care is important for hippocampal maturation: evidence from brain morphology in humans”. NeuroImage 49 (2010) 1144–1150.


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